Mi primer alumno tiene 66 años. Aunque conduce la última tecnología alemana pocas veces utiliza el ordenador y mucho menos había navegado por Internet antes de mis primeras clases.
A pesar de que pueda no parecerlo, prometo que he decidido ser lo más optimista posible y recuperar la confianza en el sistema, en las políticas del gobierno y hasta en Obama. Sin embargo, cuando me sumerjo en el 2.0 no puedo evitar ser realista y consciente de que las cosas están cambiando y que nunca más volverán a ser como eran.
Es por ello que me preocupa la brecha digital y las consecuencias de la misma. En concreto, me preocupa toda esa gente que quedará al margen en esta nueva sociedad que ellos mismos han creado y que les resultará muy difícil de entender. La desconfianza por lo desconocido junto el hecho de no haberse visto en la necesidad de utilizar antes Internet y la no accesibilidad, hace que gran cantidad de la población quede aislada en la nueva sociedad de la información.
A pesar de que pueda no parecerlo, prometo que he decidido ser lo más optimista posible y recuperar la confianza en el sistema, en las políticas del gobierno y hasta en Obama. Sin embargo, cuando me sumerjo en el 2.0 no puedo evitar ser realista y consciente de que las cosas están cambiando y que nunca más volverán a ser como eran.
Es por ello que me preocupa la brecha digital y las consecuencias de la misma. En concreto, me preocupa toda esa gente que quedará al margen en esta nueva sociedad que ellos mismos han creado y que les resultará muy difícil de entender. La desconfianza por lo desconocido junto el hecho de no haberse visto en la necesidad de utilizar antes Internet y la no accesibilidad, hace que gran cantidad de la población quede aislada en la nueva sociedad de la información.
Por eso, aunque no sé si serán meses, años o décadas el tiempo que pasará para evidenciar la nueva realidad, lo que sí tengo claro es que mi alumno no se puede quedar atrás.
Y es que como él hay millones de personas al otro lado de la brecha, ajenos a esta realidad. ¿Qué va a ser de los padres cuyo hijo se pasa el día enganchado a un dispositivo digital?¿Cómo van a asumir la nueva forma de relacionarse de su hijo, sus nuevas necesidades, sus nuevas adicciones?¿Qué va a ser del empresario cuyo modelo de negocio desarrollado durante años quede totalmente obsoleto?
Mi ilusión y empeño junto con sus ganas de aprender (y los mensajes persuasivos que incluí en los apuntes ) están empezando a dar sus primeros resultados. El otro día me emocioné cuando mi primer alumno me llamó para preguntar dudas. Estuvimos navegando juntos desde la distancia. Curiosa experiencia 2.0.
Él tiene la suerte de tener una persona que desinteresadamente puede ayudarle. Pero, ¿y el resto? En época de cambios, de ajustes... ¿Cómo convivirán dos sociedades, la digital y la analógica? ¿Con qué consecuencias para la sociedad global? ¿Con qué consecuencias para las relaciones familiares? ¿Y para los negocios? ¿Cómo disminuir entonces la brecha digital?